La obesidad es una condición de salud que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, y su impacto va más allá de la mera apariencia física. Desde las complicaciones físicas hasta los desafíos emocionales y sociales que conlleva, la obesidad puede tener un efecto significativo en la vida de las mujeres.

 

En primer lugar, la obesidad puede tener consecuencias graves para la salud física de las mujeres. Aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, enfermedades del hígado, cáncer, entre otras. Además, puede afectar la movilidad y la capacidad de realizar actividades cotidianas, lo que reduce la calidad de vida.

 

La obesidad también puede tener un impacto psicológico significativo en las mujeres. La presión social y los estándares de belleza poco realistas pueden llevar a sentimientos de baja autoestima, ansiedad, depresión y trastornos alimenticios. Las mujeres pueden experimentar discriminación y estigma debido a su peso, lo que puede afectar sus relaciones interpersonales y su participación en la sociedad.

 

Además, la obesidad puede influir en la vida de las mujeres en aspectos más prácticos, como la búsqueda de empleo y la atención médica. La discriminación laboral basada en el peso es una realidad para muchas mujeres obesas, lo que puede limitar sus oportunidades de empleo y progreso profesional. Además, pueden enfrentar desafíos adicionales en la atención médica, ya sea por estereotipos de salud o por la falta de acceso a servicios adecuados.

 

Dada la complejidad de la obesidad y sus efectos multidimensionales en la vida de las mujeres, es crucial explorar enfoques integrales para su manejo. Una de las formas más efectivas de abordar la obesidad es a través del ejercicio físico regular. Recientemente, un estudio examinó cuál modalidad de ejercicio resulta más efectiva para mujeres con obesidad. Esta investigación, realizada por PubMed y publicada en el blog de filosofía del ejercicio del Dr. José López Chicharro, exploró qué tipo de actividad física ofrece mayores beneficios en este grupo específico de personas.

¿Qué modalidad de ejercicio es más eficaz en mujeres con obesidad?

Se ha comprobado que mejorar la aptitud cardiorrespiratoria (ACR) puede mitigar en gran medida los riesgos para la salud asociados con la obesidad. Hasta ahora, la literatura ha estado centrada en evaluar intervenciones de ejercicio aeróbico en mujeres con obesidad, lo que resalta la necesidad de estudiar también intervenciones que incorporen ejercicios de fuerza.

 

Este estudio buscó examinar la viabilidad y eficacia de tres modalidades de ejercicio en mujeres con obesidad para mejorar la ACR, fuerza, composición corporal y otras variables de salud.

 

Un total de sesenta y siete mujeres con obesidad fueron asignadas aleatoriamente al grupo de control (CON) o a uno de los tres grupos de ejercicio (aeróbico [AE], fuerza [RE], y combinado [COM]). Los grupos de ejercicio realizaron entrenamientos tres veces por semana durante 12 semanas, con una duración de hasta 150 minutos por semana. Se evaluaron la adherencia, la asistencia, las tasas de reclutamiento y retención, así como los eventos adversos como medidas de viabilidad. Los resultados secundarios incluyeron la ACR (VO2max), composición corporal (peso corporal [PC], circunferencia de la cintura [CC], porcentaje de grasa corporal [%GC], masa grasa [MG] y masa magra), fuerza (press de banca 5RM, dinamometría de piernas, fuerza de agarre) y medidas autoinformadas de actividad física, estado de ánimo, sueño, dolor y calidad de vida.

 

Los resultados respaldan la viabilidad de las tres modalidades de ejercicio en términos de adherencia, asistencia y retención. Las intervenciones que incluyeron ejercicios de fuerza (COM y RE) mostraron las mayores mejoras en una amplia gama de resultados de salud. La combinación de ejercicios fue la más prometedora para mejorar la composición corporal, el nivel de actividad física, el estado de ánimo y la calidad del sueño. Por otro lado, el ejercicio de fuerza demostró ser el más efectivo para mejorar la ACR, la fuerza muscular y reducir el dolor.

 

Estos resultados subrayan la importancia de incluir ejercicios de fuerza al diseñar programas de ejercicio para mujeres con obesidad, ya que esto puede conducir a mejoras significativas en su salud general.

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