¿Qué es la cervicalgia?

La cervicalgia o dolor cervical es una etiqueta diagnóstica que indica que hay dolor en la zona del cuello.

puede ir asociado a rigidez al mover el cuello, hormigueo e incluso dolor de cabeza

Causas de la cervicalgia

Puede ser importante revisar actitudes o situaciones diarias como las llamadas de teléfono, las posturas mantenidas, el uso de mochilas o bolsos, etc..

 

Estas situaciones mantenidas en el tiempo pueden hacer que aparezca dolor cervical por presión o esfuerzos mantenidos en el tiempo.

 

Es típico que aparezca dolor cervical en los accidentes de tráfico, especialmente si nos alcanzan por detrás. En esta situación el cuello está relajado y el golpe produce que el cuello vaya hacia atrás y luego hacia delante en un movimiento muy rápido parecido al de un látigo, lo que hace que la musculatura del cuello se contraiga de forma brusca y pueda verse afectada (tanto la musculatura como otras estructuras). Esto produce un periodo de síntomas que puede durar unas semanas y que tiene buen pronóstico. El tratamiento indicado suele conllevar ejercicio y medicación.

Banderas rojas

Pautas para la recuperación de la cervicalgia

Dolor agudo: si tienes un brote de dolor, el reposo relativo.

 

  • Evita posturas mantenidas: mantener el cuello y la cabeza en la misma posición durante mucho tiempo (+ de 30 min) puede fatigar en exceso los músculos y otras estructuras, pudiendo desencadenar dolor. Aunque puede haber ayudas ergonómicas como sillas o diferentes implementos que pueden ayudar a que la postura sea más eficiente y puedas aguantar un poquito más, siempre será más barato y práctico levantarse de vez en cuando de la silla, darse un paseo o estirar un poco.

 

  • Procura cambiar el teléfono de lado o utilizar manos libres, reducir el peso de bolsos/ mochilas o interrumpir las posturas mantenidas con paseos o ejercicios.

 

  • Estiramientos: estos pueden aliviar el dolor de forma puntual y mejorar los momentos en los que tienes más dolor. Pruébalos y utilízalos si te ayudan.

 

  • Mantén un estilo de vida activo: actividades suaves como caminar pueden ayudar a reducir el dolor debido al efecto analgésico del ejercicio y de los micro movimientos que se producen en estas actividades.

 

  • Un programa de ejercicios específicos puede ayudarte a mejorar los síntomas y prevenir futuros episodios de dolor

 

  • Frío o calor: si un sanitario no te ha hecho una recomendación, lo más recomendable puede ser evitar utilizarlo, ya que puedes entorpecer la recuperación.

Referencias

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