La técnica de los ejercicios: ¿es tan relevante realmente?

Durante años, la perfección técnica se ha considerado una condición indispensable para hacer ejercicio de forma segura y eficaz. En gimnasios, clases de pilates o rutinas de fisioterapia, la instrucción “hazlo bien o te lesionarás” ha sido casi una norma. Sin embargo, la evidencia científica moderna demuestra que la técnica no es tan determinante como se pensaba, especialmente cuando se trata de ejercicio terapéutico o rehabilitación supervisada. En este artículo analizamos por qué moverse con confianza es más importante que hacerlo “perfecto”, cómo el cuerpo se adapta de forma natural al movimiento y qué papel juega TRAK en el proceso de recuperación y educación del paciente.

La obsesión por la técnica: origen y consecuencias

La atención exagerada a la técnica tiene un trasfondo bienintencionado: evitar lesiones. Sin embargo, este enfoque ha contribuido a la aparición de un fenómeno cada vez más frecuente en fisioterapia: la kinesiofobia o miedo al movimiento. Muchos pacientes dejan de moverse por temor a “hacerlo mal” y empeorar su estado, cuando en realidad la inactividad es lo que más perjudica su recuperación.

La fisioterapia basada en la evidencia sostiene que el cuerpo humano está diseñado para moverse con variabilidad. No existe una única postura o forma correcta de ejecutar un ejercicio. La variabilidad motora es, de hecho, un signo de salud y adaptación. Solo cuando el movimiento se repite de manera excesiva, con carga mal gestionada o dolor persistente, puede volverse problemático.

¿Qué dice la evidencia científica sobre la técnica?

Estudios publicados en PubMed y Journal of Strength and Conditioning Research confirman que no hay una única forma correcta de moverse. El cuerpo ajusta su biomecánica según la fuerza, la experiencia, el rango de movilidad y el entorno. Esta adaptabilidad es lo que permite a cada persona ejecutar un mismo movimiento de manera diferente sin comprometer su seguridad.

Por ejemplo, en ejercicios de flexión lumbar, la investigación de Callaghan et al. (2015) demostró que la presión sobre el disco intervertebral apenas varía entre distintas formas de agacharse. En la práctica, esto significa que no hay una postura universalmente “segura” o “lesiva”, sino un rango de movimientos tolerables y eficaces. La clave está en la gestión de la carga y la exposición progresiva al esfuerzo, no en la perfección técnica.

La técnica y el modelo biopsicosocial del dolor

El dolor no siempre está relacionado con la ejecución del movimiento. Factores psicológicos (como la ansiedad o el miedo) y sociales (como el entorno laboral o las expectativas) influyen tanto como los físicos. Según el modelo biopsicosocial del dolor, el ejercicio debe adaptarse al individuo, priorizando la confianza, la educación y la exposición gradual.

Por eso, cuando el paciente se centra demasiado en la técnica, puede desarrollar hipervigilancia, interpretando cualquier molestia como una señal de peligro. Esto refuerza el ciclo del dolor y la inactividad. El papel del fisioterapeuta, en este contexto, no es imponer una ejecución exacta, sino enseñar al paciente que moverse es seguro y que el cuerpo tolera variaciones sin riesgo.

¿Cuándo importa realmente la técnica?

Existen situaciones en las que la técnica sí requiere atención específica, como en:

  • Ejercicios con cargas elevadas (por ejemplo, levantamiento de pesas o crossfit).
  • Movimientos repetitivos y de alta frecuencia laboral o deportiva.
  • Pacientes en fase aguda de lesión o cirugía reciente.

En estos casos, la supervisión profesional y la corrección técnica son necesarias para evitar sobrecargas. Pero incluso aquí, la técnica “perfecta” sigue siendo contextual: lo que es óptimo para un deportista avanzado no lo será para un paciente en rehabilitación. Por eso, el fisioterapeuta debe buscar una técnica funcional, eficiente y personalizada, no un molde universal.

El papel del fisioterapeuta en la educación del movimiento

La nueva fisioterapia se basa en empoderar al paciente. El fisioterapeuta no solo enseña ejercicios, sino que educa en el movimiento, fomentando la autonomía y la confianza corporal. Explicar que no hay una postura única “correcta” reduce la ansiedad y mejora la adherencia al tratamiento.

Un buen abordaje consiste en guiar al paciente en base a tres principios:

  • Movimiento seguro: sin dolor agudo ni forzar rangos articulares.
  • Movimiento progresivo: adaptando la carga a medida que mejora la capacidad.
  • Movimiento funcional: orientado a las actividades reales del paciente.

Este enfoque centrado en la persona favorece la recuperación, evita recaídas y mejora la calidad de vida.

Ejercicio terapéutico y neuroplasticidad: aprender a moverse de nuevo

El ejercicio terapéutico es una forma de reeducación del sistema nervioso. A través del movimiento repetido, el cerebro aprende que moverse no es peligroso. Este proceso de neuroplasticidad mejora la coordinación, la fuerza y la percepción corporal, reduciendo la sensibilidad al dolor.

En este contexto, lo más relevante no es cómo se realiza el movimiento, sino que se realice con regularidad y dentro de los límites de tolerancia. Con el tiempo, la ejecución mejora de manera natural a medida que el sistema neuromuscular gana control y confianza.

Cómo TRAK potencia el aprendizaje del movimiento

TRAK es una plataforma de telerehabilitación basada en inteligencia artificial que ofrece una solución avanzada para la práctica y seguimiento del ejercicio terapéutico. Su tecnología permite:

  • Feedback visual en tiempo real: el paciente ve en pantalla cómo realiza el movimiento y recibe correcciones automáticas sin necesidad de sobreanalizar la técnica.
  • Personalización del programa: el fisioterapeuta adapta el ejercicio según el nivel, dolor y evolución del paciente.
  • Monitorización remota: facilita el seguimiento y la adherencia sin necesidad de sesiones presenciales constantes.
  • Educación y confianza: al ver sus progresos, el paciente refuerza la idea de que moverse es seguro y beneficioso.

De esta forma, TRAK no busca sustituir la figura del fisioterapeuta, sino amplificar su capacidad de acompañamiento, ofreciendo a cada paciente una experiencia terapéutica individualizada y accesible desde cualquier lugar.

Conclusión: moverse es mejor que hacerlo perfecto

La técnica en el ejercicio importa, pero no tanto como la confianza, la progresión y la constancia. La perfección no debe ser el objetivo, sino un movimiento funcional, seguro y libre de miedo. La fisioterapia moderna se centra en enseñar que el cuerpo es adaptable y que el movimiento es, en sí mismo, terapéutico.

Con el apoyo de herramientas digitales como TRAK, los fisioterapeutas pueden ofrecer programas personalizados, reducir la kinesiofobia y garantizar que cada paciente aprenda a moverse sin temor al error. Porque, en definitiva, moverse —aunque no sea perfecto— siempre es mejor que no moverse.

Preguntas frecuentes sobre la técnica en el ejercicio

¿Puedo lesionarme si hago un ejercicio con mala técnica?

En la mayoría de los casos, no. Si el movimiento no causa dolor agudo y se realiza con control, el riesgo es mínimo. Las lesiones suelen deberse a exceso de carga o falta de adaptación, no a pequeños errores técnicos.

¿Qué es más importante: la técnica o la constancia?

La constancia. El cuerpo se adapta con la práctica. Con el tiempo, el propio cerebro optimiza la técnica a medida que mejora la fuerza, la coordinación y la confianza.

¿Cómo puedo saber si mi movimiento es seguro?

Si el ejercicio no genera dolor intenso ni pérdida de control, probablemente estás dentro de un rango seguro. En caso de duda, un fisioterapeuta o una herramienta como TRAK pueden ayudarte a monitorizarlo.

¿Por qué me da miedo moverme después de una lesión?

El miedo al movimiento (kinesiofobia) es común. Es una respuesta de protección del cerebro. La exposición progresiva y la educación en movimiento ayudan a reducir ese miedo.

¿Cómo me ayuda TRAK con mi técnica de ejercicio?

TRAK proporciona feedback visual inmediato y personalización del programa, lo que permite aprender a moverse con seguridad, confianza y sin temor a hacerlo “mal”.

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