Resumen

La diabetes es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. El manejo eficaz de la diabetes requiere un enfoque multifacético, incluyendo cambios significativos en el estilo de vida. El ejercicio físico juega un papel crucial en este manejo, ofreciendo beneficios comprobados en la regulación de la glucosa, la mejora de la sensibilidad a la insulina y el fortalecimiento del bienestar general del paciente. Este artículo explora la relación entre el ejercicio físico y la mejora de la salud en pacientes con diabetes, basándose en la evidencia más reciente y proporcionando recomendaciones prácticas para profesionales de la salud.

Introducción

La diabetes mellitus, especialmente la tipo 2, se ha convertido en una epidemia global. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 422 millones de personas sufren de diabetes a nivel mundial. El ejercicio físico es reconocido como una piedra angular en el tratamiento de la diabetes, no solo por su impacto en el control del peso y la mejora cardiovascular, sino también por su efecto directo en el control glucémico.

Evidencia Científica Actual

La literatura científica proporciona evidencia robusta sobre los beneficios del ejercicio en pacientes con diabetes. Un metaanálisis reciente (Smith et al., 2021) demostró que tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia mejoran el control glucémico en pacientes con diabetes tipo 2, con una reducción significativa en la hemoglobina A1c (HbA1c).

Tipos de ejercicio recomendados

Ejercicio Aeróbico: Incluye actividades como caminar, nadar o andar en bicicleta. La American Diabetes Association recomienda al menos 150 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad moderada, o 75 minutos de intensidad vigorosa. Además, mediante plataformas de telerehabilitación como TRAK, los pacientes pueden acceder a programas personalizados de ejercicio aeróbico desde la comodidad de sus hogares, lo que puede mejorar su adherencia al tratamiento y facilitar el seguimiento de su progreso.

 

Ejercicio de Resistencia: Levantamiento de pesas o ejercicios con bandas de resistencia. Se sugiere incorporar estos ejercicios al menos dos veces por semana, complementando el ejercicio aeróbico. TRAK ofrece opciones de ejercicio de resistencia adaptadas a las necesidades individuales de los pacientes con diabetes, lo que les permite fortalecer su musculatura y mejorar su capacidad funcional, todo ello bajo la supervisión de profesionales de la salud.

 

Entrenamiento de Flexibilidad y Equilibrio: Particularmente importante para los adultos mayores, ayudando a prevenir caídas y mejorar la movilidad. A través de TRAK, los pacientes pueden acceder a programas de entrenamiento de flexibilidad y equilibrio diseñados específicamente para sus necesidades, lo que contribuye a mantener su independencia y calidad de vida a largo plazo.

Beneficios clínicos del ejercicio en la diabetes

  • Mejora del Control Glucémico: El ejercicio aumenta la captación de glucosa por los músculos, lo que puede reducir la necesidad de medicación.

 

  • Reducción del Riesgo Cardiovascular: La diabetes incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El ejercicio regular ayuda a reducir este riesgo.

 

  • Pérdida de Peso: El sobrepeso es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de diabetes tipo 2; el ejercicio ayuda a controlar el peso efectivamente.

 

  • Mejora de la Salud Mental: La actividad física mejora la salud mental, reduciendo síntomas de depresión y ansiedad, que son más comunes en pacientes diabéticos.

Adaptaciones fisiológicas inducidas por el ejercicio

En la mayor parte de los protocolos de tratamiento de la diabetes el ejercicio juega un papel principal. Además de las adaptaciones fisiológicas inducidas por el ejercicio comunes a todas las personas, como la reducción de los factores de riesgo cardiovascular o la mejora de la propia estima, destacaremos otros, específicos para los enfermos con diabetes mellitus

 

Diabetes Mellitus tipo 2

Con respecto al efecto del ejercicio regular sobre estos enfermos, existen resultados aparentemente contradictorios, producidos principalmente por las diferencias entre la intensidad, frecuencia o duración de las sesiones de entrenamiento; la duración y la gravedad de la enfermedad; y el tiempo transcurrido entre la sesión de entrenamiento y la valoración de la tolerancia a la glucosa. Así, por ejemplo, si el análisis se realiza después de 48 horas desde la última sesión de ejercicio, el efecto es mucho menor.

 

En general, se considera que el entrenamiento de resistencia mejora la sensibilidad a la insulina, aunque no siempre esto lleva ligado una mejora del control glucémico. Entre otros efectos, el ejercicio contribuye en el control del peso corporal y en la reducción del peso graso, lo que se ha relacionado con un aumento de la sensibilidad a la insulina, permitiendo, en muchos casos, una reducción de la dosis de ésta o de los antidiabéticos orales.

 

Por otra parte, la actividad física regular reduce el desarrollo de diabetes tipo 2 en sujetos con alteración en la tolerancia a la glucosa, en pacientes que han sufrido diabetes gestacional o en aquellos con antecedentes familiares de diabetes mellitus tipo 2. El aumento de la densidad capilar muscular, la potenciación de la capacidad oxidativa del músculo esquelético u otras adaptaciones al entrenamiento tales como el incremento de los transportadores transmembrana GLUT4 de la célula muscular, son adaptaciones relacionadas con el carácter preventivo de la actividad física regular.

 

A pesar del incremento del consumo de glucosa inducido por insulina que puede llegar a durar de 5 a 7 días tras el ejercicio en sujetos entrenados, los pacientes con diabetes tipo 2 pueden no mejorar la glucemia en ayunas. La hemoglobina glucosilada (HbA1c) indica, de modo indirecto, la glucemia media del último par de meses, ya que el grado de unión de la glucosa a la hemoglobina es proporcional a la concentración media de glucosa en plasma, y es un modo útil en la evaluación del grado de control de los enfermos diabéticos.

 

Como el ejercicio aeróbico de moderada intensidad reduce los niveles de glucosa en los pacientes hiperglucémicos con diabetes tipo 2, y la sensibilidad a la insulina se mantiene aumentada varias horas tras la sesión de entrenamiento, parece razonable pensar que una programación que incluya 4 a 7 sesiones semanales podría reducir las cifras de glucemia y las de hemoglobina glucosilada, sin un efecto significativo de la glucemia en ayunas o de la respuesta de la glucosa a las comidas. Por tanto, la actividad física regular podría mejorar en control de la glucemia a largo plazo en estos pacientes.

 

Diabetes Mellitus tipo 1

Con objeto de beneficiarse de las adaptaciones al ejercicio comunes, y aunque a diferencia de la diabetes tipo 2 el ejercicio no se considera parte del tratamiento de la diabetes tipo 1, se debería recomendar a practicar actividad física a estos pacientes, mientras se pueda controlar bien la glucemia (< 250 mg·dl-1 y ausencia de cetosis). Hay suficientes datos como para garantizar que los sujetos más activos gozan de una mayor calidad de vida.

 

Si bien parece que el ejercicio no acelera la retinopatía, ni la nefropatía diabética, se considera sensato evitar el ejercicio de alta intensidad que pudiese incrementar excesivamente la presión arterial o producir contusiones en la cabeza, especialmente en los casos de retinopatía proliferativa

Prescripción de ejercicio

El ejercicio se considera uno de los pilares del tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2, ya que mejora la resistencia a la insulina. En el caso de la diabetes tipo 1, si bien no puede considerarse como un método de tratamiento en sí, ya que estos pacientes generalmente requieren insulina, resulta de gran importancia a la hora de mejorar el estilo de vida, y sobre todo en la prevención de algunas de las complicaciones. Resulta de gran importancia considerar las posibles complicaciones de la diabetes a la hora de establecer el protocolo de prescripción de ejercicio, en especial los trastornos retinianos. 

 

Diabetes Mellitus tipo 2

Como idea general, el núcleo de la programación consistirá en ejercicios aeróbicos, que comprometan a grandes grupos musculares, durante unos 30 minutos, en torno al 60 – 70 % de la frecuencia cardíaca máxima del sujeto. Sin embargo, la determinación de esta variable puede ser complicada, en especial si el paciente padece neuropatía vegetativa, o si está bajo tratamiento con ciertos fármacos, como los betabloqueantes. Los pacientes sin retinopatía diabética pueden tolerar ejercicios de fuerza o mayores intensidades de ejercicio aeróbico.

 

Las sesiones de entrenamiento deberían comenzar con un calentamiento, con ejercicios aeróbicos de baja intensidad y de estiramiento, con una duración de 5 a 10 minutos, que permitan reducir el riesgo de lesiones. Luego comenzaría con la sesión de moderada a alta intensidad, con una duración de una media hora, o algo mas, en función de la tolerancia del paciente. Resulta recomendable el control de la frecuencia cardíaca mediante pulsómetro con objeto de garantizar la intensidad adecuada. Cada sesión debería concluir con unos 5 a 10 minutos de fase de vuelta a la calma, con el objeto de evitar el riesgo de complicaciones cardiovasculares como la hipotensión postejercicio, angina silente, etcétera. En esta fase resultan útiles de nuevo los ejercicios de estiramiento, paseo u otras actividades rítmicas. Estas sesiones se dedicarían a actividades aeróbicas o sesiones de fuerza muscular. 

 

Con objeto de mejorar la sensibilidad a la insulina, controlar los niveles de glucemia, y contribuir al control de peso y a la condición física general, las sesiones deberían repetirse al menos tres veces por semana.

 

A pesar de que la regulación de la glucemia de estos enfermos es diferente a las personas sanas, las cifras altas de glucosa suelen normalizarse con el ejercicio de moderada intensidad. 

 

Diabetes Mellitus tipo 1

El ejercicio debe iniciarse entre 1 y 3 horas después de la ingesta de alimentos, cuando la glucemia se encuentra por encima de 100 mg·dl-1. 

Si el ejercicio es prolongado y de alta intensidad, se deben administrar hidratos de carbono en forma de barritas o similar durante el ejercicio y algo de alimento extra al finalizar, con objeto de evitar la hipoglucemia postejercicio.

 

Si el ejercicio es intermitente, de alta intensidad y corta duración, aumenta notablemente el riesgo de hiperglucemia, y puede resultar necesario el uso de pequeños suplementos de insulina después del ejercicio.

 

No existe una regla exacta para establecer la cantidad de hidratos de carbono que se deben consumir en un ejercicio prolongado para evitar la hipoglucemia, aunque se puede aproximar considerando la intensidad y la duración. En la mayor parte de los casos se puede consumir unos 20 g de hidratos de carbono cada media hora de ejercicio, para mantener la glucemia dentro de los límites normales; no obstante, esto debe ser valorado con precisión haciendo determinaciones sistemáticas durante el ejercicio.

 

De acuerdo con el médico, en algunas ocasiones se puede modificar la dosis de insulina y el horario de administración con objeto de evitar la hipoglucemia. Por ejemplo, los pacientes que se administran una dosis única de insulina de acción intermedia (neutral protamine Hagendor: NPH) pueden reducir la dosis un 30 – 35  % por la mañana, antes del ejercicio. También podría repartir la dosis en dos: 2/3 por la mañana y 1/3 por la tarde o noche, antes de la merienda o cena, si se necesita suplementar después del ejercicio. Cuando se emplean combinaciones de insulinas de acción corta e intermedia, pueden disminuir la dosis de la corta en un 50 %, e incluso suprimirla antes del ejercicio. También pueden disminuir la insulina de acción intermedia antes del ejercicio y administrarse una dosis de rápida tras el ejercicio, en caso de necesidad. Los pacientes que emplean varias dosis de insulina de acción rápida pueden reducir la dosis de antes del ejercicio en un 30 – 50 %, y ajustar la administración tras el ejercicio según los resultados de la glucemia y su experiencia personal con respecto a la hipoglucemia. Todos estos ajustes han de hacerse siguiendo los consejos del médico y evaluando con precisión las cifras de glucemia.

Uso de plataformas de telerehabilitación en el control de la diabetes

Las plataformas de telerehabilitación, como TRAK, son herramientas valiosas para facilitar la adherencia a los programas de ejercicio en pacientes con diabetes. Estas plataformas ofrecen prescripciones personalizadas de ejercicios de fuerza y aeróbicos, diseñadas por fisioterapeutas y adaptadas a la evolución semanal del paciente. El ejercicio de fuerza, fundamental en el manejo de la diabetes, requiere una progresión precisa del peso para nutrir el crecimiento muscular deseado. TRAK permite a los pacientes acceder a una variedad de ejercicios, desde sentadillas y zancadas hasta movimientos específicos para la marcha y la fortaleza de los miembros superiores, incluyendo trabajo abdominal y de core, crucial para reducir la grasa abdominal, una preocupación significativa en esta condición.

 

Además, TRAK incluye ejercicios de estiramientos y movilidad articular, esenciales para prevenir patologías asociadas a la diabetes, como el pie diabético, y promover la movilidad, disminuyendo la sintomatología neurológica. Acompañando estas rutinas de fuerza, el trabajo aeróbico complementa el régimen de ejercicio, y la capacidad de TRAK para pautar el ejercicio de manera progresiva permite a los fisioterapeutas monitorear y ajustar el entrenamiento día a día, navegando con precisión y cuidado las fluctuaciones inherentes a la patología. En conjunto, estas plataformas contribuyen significativamente a mejorar la calidad de vida de los pacientes con diabetes, facilitando un enfoque integral y personalizado en el manejo de la enfermedad.

Conclusión

El ejercicio físico es un componente esencial en el manejo de la diabetes, ofreciendo beneficios significativos en el control glucémico, la reducción del riesgo cardiovascular y la mejora de la calidad de vida. Es crucial que los profesionales de la salud promuevan un enfoque activo hacia el ejercicio en pacientes con diabetes, aprovechando herramientas como las plataformas de telerehabilitación para maximizar los resultados.

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