El momento de recetar ejercicio terapéutico

En los últimos años los fisioterapeutas hemos reclamado nuestra competencia sobre la capacidad de prescribir un programa de ejercicio terapéutico a nuestros pacientes. Pero lo cierto es que muchos profesionales no utilizan esta herramienta ya sea por falta de tiempo, espacio o porque simplemente no tiene en cuenta el carácter funcional de una buena recuperación.

No necesitamos que una confederación mundial nos enumere las virtudes del ejercicio. Sabemos que el ejercicio puede sanar, pero en fisioterapia, la sanación es sinónimo de funcionalidad.

Implementar un buen protocolo de ejercicios adaptado a las necesidades de tus pacientes reconducirá su recuperación, los hará sentir acompañados en su tratamiento y lo más importante: los preparará y los educará para prevenir una lesión en el futuro.

Ni siquiera es necesario que dispongas de espacio para que lo hagan en tu centro y si se adhieren al tratamiento generarán una rutina de ejercicio en casa y se motivarán a adaptar su día a día a un modelo de vida más saludable.

 

Principios básicos para realizar un buen protocolo de ejercicios

Elaborar un buen protocolo de ejercicios no es una tarea fácil sobre todo cuando nos encontramos con un paciente que no realiza una actividad física regular.

La adherencia al tratamiento es la mayor complicación que nos vamos a encontrar y, en este caso, nosotros no contamos con la típica motivación de «quemar calorías» que pueden utilizar en un gimnasio porque no estamos prescribiendo ejercicio físico.

Para conseguir que nuestro paciente se decida a entrenar en casa vamos a recitarle los múltiples beneficios del ejercicio terapéutico para su lesión, es decir, vamos a «venderle» el tratamiento.

Vamos a hablarle de lo imprescindible que es este ejercicio para que vuelva a realizar aquella actividad que tanto le gustaba y ya no puede hacer.

En fisioterapia la empatía es fundamental y debemos conectar con nuestro paciente. Por eso, más que un conjunto de reglas, estos principios básicos para elaborar una rutina de entrenamiento son unos consejos que giran entorno al paciente.

  • Valora al paciente: no importa si viene derivado o ha acudido por su cuenta. Sin valoración no hay plan de acción. ¿Qué tipo de paciente es? ¿Existe una implicación del sistema nervioso?
  • Define un objetivo: tanto para el paciente como para ti.
  • Adáptate al paciente: según la fase en la que esté, sus AVD, su oficio, etc. Un ejercicio adaptativo reducirá el riesgo de que empeore.
  • Evalúa y re-evalúa tu protocolo: es imprescindible revisar periódicamente el progreso del paciente, su fuerza, rango de movimiento o capacidad funcional.

 

Una vez hecha la hoja de ruta elegimos el tipo de ejercicio a prescribir. Para ello tendremos en cuenta:

  • La dosificación: cuantas veces, cuanto tiempo.
  • La posición y la carga.
  • La técnica y complejidad del ejercicio: Haced ver al paciente que no son una serie de movimientos corporales, hay que hacerlos correctamente y respetar las capacidades de cada uno para realizarlos.

¿Qué material implemento en mi protocolo?

En general debemos prescribir al paciente el programa de ejercicios pensando en que los ejercicios sea lo más accesible y fácil de hacer.

Por este motivo, normalmente, pensaremos en ejercicios que puedan hacerse con objetos que el paciente encontraría en su casa: una silla, toallas, la pared, el suelo, un brik de leche, etc.

Siempre podemos preguntarle al paciente sobre el material del que dispone y que pueda darle uso a aquella bicicleta estática que se compró durante el confinamiento y que no volvió a usar. Os sorprendería la cantidad de pacientes que tienen un fitball en casa o incluso un step.

De igual forma, siempre recomendamos que en clínica dispongamos de un rollo de bandas elásticas que poder dar al paciente al prescribirle el protocolo. Si además tenemos varios rollos de diferente resistencia, mucho mejor.

En resumen, la respuesta a la pregunta de este post es muy simple. ¿Cuándo debemos recetar ejercicio terapéutico a nuestros pacientes? Pues siempre y cuando nos adaptemos a las necesidades de cada caso y monitoricemos su progresión adecuadamente.

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